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lunes, 7 de enero de 2013

Ubuntu



Tarde o temprano todo lo que hacemos retorna a nosotros.

Hoy  justo antes de despertarme, no sé muy bien por qué, estaba soñando con esta idea.  A continuación, como un acto reflejo, ha venido a mi cabeza  en los primeros instantes de lucidez otro término que ayer mismo escuchaba en la radio y que da nombre a este post, Ubuntu. 
De cualquier modo, aún a riesgo de que me tilden de místico, y ya que últimamente hago caso a las señales y sincronicidades que se producen en mi vida, he decidido hablar de ello.
Creo que sería un error intentar someter algo tan vivo, tan lleno de magia al rigor mortis de una definición que le prive de  sus infinitos matices y, por ello, sólo voy a dar unas pinceladas de lo que puede significar lo que en mi opinión es toda una  filosofía de vida: 
Palabra de origen Zulu y xhosa  (aunque realmente es una idea que ha estado presente en todas las culturas) Ubuntu básicamente viene a decir que una persona sólo es en la medida que el resto también son, que sólo se puede ser feliz cuando los que te rodean también lo son; es una filosofía de solidaridad, de hermanamiento que estuvo muy  presente en la abolición del Apartheid sudafricano.
Para mí Ubuntu no es más que otro nombre que se le da a sentimientos universales, que tanto empeño tienen en hacernos creer que ya  no existen, como son la  solidaridad, responsabilidad, entrega al prójimo, etc.  por los que  apostar  más que nunca en los tiempos que corren, donde parece que todo se está hundiendo a nuestro alrededor y mucha gente lo está pasando mal, en los que la sensación de impotencia ante los desmanes de la clase dominante nos golpea cada día; creo que en una situación así tiene mucho sentido hablar de estas cosas.

Para terminar una historia a modo de ejemplo; un antropólogo  propuso a un grupo de niños de una tribu africana como juego una carrera hasta un cesto de frutas,  del cual el ganador podría disponer como quisiera.  Llegado el momento de la salida todos los niños se cogieron de las manos y corrieron juntos hasta el cesto repartiéndose las frutas. El antropólogo perplejo les pregunto que porque habían hecho eso, a lo que le respondieron todos “¡Ubuntu! ¿Cómo uno de nosotros iba a ser feliz si el resto no lo son?